pasado a la carta
A veces miro a mi hijo, que es mas grande que un ropero, absorta tratando de desentrañar los misterios de su independencia y las estupideces que le importan mucho mas que su madre. Transida de pena apelo a la nostalgia, le toco el pelo y digo: -Te acordás, cuando ibas al jardín y llevabas una fruta en la mochila?-
-Cómo me voy a olvidar si eras la única madre del jardín que mandaba una banana para acompañar el mate cocido?-
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